SERVICIOS

    Proyecto TAU

    Complemento informativo-proyecto TAU 2016

    MISERICORDIA
    Papa Francisco (Jornada Mundial de la Juventud-JMJ, Cracovia, Polonia)
    Fuente: www.krakow2016.com

    El Jubileo de la Misericordia

    Con este tema, la JMJ de Cracovia 2016 se introduce en el Año Santo de la Misericordia, convirtiéndose en un verdadero Jubileo de los Jóvenes de ámbito mundial.

    Quizás alguno de ustedes se preguntará: ¿Qué es este Año jubilar que se celebra en la Iglesia? El texto bíblico de Levítico 25 nos ayuda a comprender lo que significa un «jubileo» para el pueblo de Israel: Cada cincuenta años los hebreos oían el sonido de la trompeta (jobel) que los convocaba (jobil) para celebrar un año santo, como tiempo de reconciliación (jobal) para todos. En este tiempo se debía recuperar una buena relación con Dios, con el prójimo y con lo creado, basada en la gratuidad. Por ello se promovía, entre otras cosas, la condonación de las deudas, una ayuda particular para quien se empobreció, la mejora de las relaciones entre las personas y la liberación de los esclavos.

    Jesucristo vino para anunciar y llevar a cabo el tiempo perenne de la gracia del Señor, anunciando a los pobres la buena noticia, la liberación a los cautivos, la vista a los ciegos y la libertad a los oprimidos (cf. Lc 4,18-19). En él, especialmente en su Misterio Pascual, se cumple plenamente el sentido más profundo del jubileo. Cuando la Iglesia en nombre de Cristo convoca un jubileo se nos invita a vivir un tiempo extraordinario de gracia. La Iglesia misma está llamada a ofrecer abundantes signos de la presencia y cercanía de Dios, a despertar en los corazones la capacidad de fijarse en lo esencial. En particular, este Año Santo de la Misericordia «es el tiempo para que la Iglesia redescubra el sentido de la misión que el Señor le ha confiado el día de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre» (Homilía en las Primeras Vísperas del Domingo de la Divina Misericordia, 11 de abril de 2015).


    ¿Qué es la Misericordia?

    El Papa en su mensaje a los jóvenes, explica que la misericordia hace referencia al término “rahamin”:

    […] Rahamim, se puede traducir como «entrañas», que nos recuerda en modo particular el seno materno y nos hace comprender el amor de Dios por su pueblo como el de una madre por su hijo. Así nos lo presenta el profeta Isaías: «¿Puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.» (Is. 49,15) […] Un amor de este tipo implica hacer espacio al otro dentro de sí, sentir, sufrir y alegrarse con el prójimo […] El concepto bíblico de misericordia comprende un amor concreto que es fiel, gratuito y sabe perdonar.

    Ciertamente, un mensaje muy oportuno para todos los tiempos, pero, especialmente, para este momento que vivimos en torno a la reconciliación y la construcción de la paz en Colombia y el mundo. Pues, en el marco de los acontecimientos de la historia de la humanidad y, específicamente, de nuestro país, nos invita a comprender la dimensión más profunda de esa misericordia que, en el convulsionado contexto de nuestra historia y realidad social, asume hoy otros rostros y desafíos…


    Obras de Misericordia

    «Tuve hambre y me disteis de comer,
    tuve sed y me disteis de beber,
    fui forastero y me hospedasteis,
    estuve desnudo y me vestisteis,
    enfermo y me visitasteis,
    en la cárcel y vinisteis a verme»
    (Mt 25,35-36).

    Estas palabras de Jesús responden a la pregunta que a menudo resuena en nuestra mente y en nuestro corazón: «¿Dónde está Dios?». ¿Dónde está Dios, si en el mundo existe el mal, si hay gente que pasa hambre o sed, que no tienen hogar, que huyen, que buscan refugio? ¿Dónde está Dios cuando las personas inocentes mueren a causa de la violencia, el terrorismo, las guerras? ¿Dónde está Dios, cuando enfermedades terribles rompen los lazos de la vida y el afecto? ¿O cuando los niños son explotados, humillados, y también sufren graves patologías? ¿Dónde está Dios, ante la inquietud de los que dudan y de los que tienen el alma afligida? Hay preguntas para las cuales no hay respuesta humana. Sólo podemos mirar a Jesús, y preguntarle a él. Y la respuesta de Jesús es esta: «Dios está en ellos», Jesús está en ellos, sufre en ellos, profundamente identificado con cada uno. Él está tan unido a ellos, que forma casi como «un solo cuerpo».

    Jesús mismo eligió identificarse con estos hermanos y hermanas que sufren por el dolor y la angustia, aceptando recorrer la vía dolorosa que lleva al calvario. Él, muriendo en la cruz, se entregó en las manos del Padre y, con amor que se entrega, cargó consigo las heridas físicas, morales y espirituales de toda la humanidad. Abrazando el madero de la cruz, Jesús abrazó la desnudez y el hambre, la sed y la soledad, el dolor y la muerte de los hombres y mujeres de todos los tiempos. En esta tarde, Jesús —y nosotros con él— abraza con especial amor a nuestros hermanos sirios, que huyeron de la guerra. Los saludamos y acogemos con amor fraternal y simpatía.

    Recorriendo el Via Crucis de Jesús, hemos descubierto de nuevo la importancia de configurarnos con él mediante las 14 obras de misericordia. Ellas nos ayudan a abrirnos a la misericordia de Dios, a pedir la gracia de comprender que sin la misericordia no se puede hacer nada, sin la misericordia yo, tú, todos nosotros, no podemos hacer nada. Veamos primero las siete obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento; dar de beber al sediento; vestir al desnudo; acoger al forastero; asistir al enfermo; visitar a los presos; enterrar a los muertos. Gratis lo hemos recibido, gratis lo hemos de dar. Estamos llamados a servir a Jesús crucificado en toda persona marginada, a tocar su carne bendita en quien está excluido, tiene hambre o sed, está desnudo, preso, enfermo, desempleado, perseguido, refugiado, emigrante. Allí encontramos a nuestro Dios, allí tocamos al Señor. Jesús mismo nos lo ha dicho, explicando el «protocolo» por el cual seremos juzgados: cada vez que hagamos esto con el más pequeño de nuestros hermanos, lo hacemos con él (cf. Mt 25,31-46).

    Después de las obras de misericordia corporales vienen las espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia a las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos. Nuestra credibilidad como cristianos depende del modo en que acogemos a los marginados que están heridos en el cuerpo y al pecador herido en el alma. ¡En la acogida del emigrado que está herido en su cuerpo, y en la acogida del pecador que está herido en el alma, se juega nuestra credibilidad como cristianos! No en las ideas: ¡ahí! Hoy la humanidad necesita hombres y mujeres, y en especial jóvenes como vosotros, que no quieran vivir sus vidas «a medias», jóvenes dispuestos a entregar sus vidas para servir generosamente a los hermanos más pobres y débiles, a semejanza de Cristo, que se entregó completamente por nuestra salvación. Ante el mal, el sufrimiento, el pecado, la única respuesta posible para el discípulo de Jesús es el don de sí mismo, incluso de la vida, a imitación de Cristo; es la actitud de servicio. Si uno, que se dice cristiano, no vive para servir, no sirve para vivir. Con su vida reniega de Jesucristo.

    En esta tarde, queridos jóvenes, el Señor os invita de nuevo a que seáis protagonistas de vuestro servicio; quiere hacer de vosotros una respuesta concreta a las necesidades y sufrimientos de la humanidad; quiere que seáis un signo de su amor misericordioso para nuestra época. Para cumplir esta misión, él os señala la vía del compromiso personal y del sacrificio de sí mismo: es la vía de la cruz. La vía de la cruz es la vía de la felicidad de seguir a Cristo hasta el final, en las circunstancias a menudo dramáticas de la vida cotidiana; es la vía que no teme el fracaso, el aislamiento o la soledad, porque colma el corazón del hombre de la plenitud de Cristo. La vía de la cruz es la vía de la vida y del estilo de Dios, que Jesús manda recorrer a través también de los senderos de una sociedad a veces dividida, injusta y corrupta.

    La vía de la cruz no es una actitud sadomasoquista: la vía de la cruz es la única que vence el pecado, el mal y la muerte, porque desemboca en la luz radiante de la resurrección de Cristo, abriendo el horizonte a una vida nueva y plena. Es la vía de la esperanza y del futuro. Quien la recorre con generosidad y fe, da esperanza y futuro a la humanidad. Quien la recorre con generosidad y con fe, siembra esperanza. Y yo querría que ustedes fueran sembradores de esperanza.

    Queridos jóvenes, en aquel Viernes Santo muchos discípulos regresaron a sus casas tristes, otros prefirieron ir al campo para olvidar un poco la cruz. Les pregunto: pero respondan cada uno en silencio, en su corazón, en el propio corazón ¿Cómo deseáis regresar esta noche a vuestras casas, a vuestros alojamientos, a vuestras tiendas? ¿Cómo deseáis volver esta noche a encontraros con vosotros mismos? El mundo nos mira. Corresponde a cada uno de vosotros responder al desafío de esta pregunta.

    Fuente: es.radiovaticana.va


    Memorias Proyecto TAU: Ganadores versiones anteriores

    Versiones Temáticas del Proyecto Tau:

    • Versión Proyecto Tau 2008. USB 300 años: Universidad y Entorno. Concurso de Fotografía.
    • Versión Proyecto Tau 2009. Franciscanos 800 Años: Una Historia que Contar. Concurso de Video.
    • Versión Proyecto Tau 2010. “Los Franciscanos en el Bicentenario de la Independencia”. Concurso propuesta de mural.
    • Versión Proyecto Tau 2011. Respeto por el medio ambiente. Concurso de elaboración de productos con materiales reciclables.
    • Versión Proyecto Tau 2012. Memoria, Gratitud y Legado. USB Medellín 45 años. Concurso de video.
    • Versión Proyecto Tau 2014. Expresiones Franciscanas por la Paz. Concurso escrito y gráfico.
    • Versión Proyecto Tau 2015. Símbolos USB: Huella Bonaventuriana. Concurso de video.

    Fotografías Proyecto TAU (Enlace)

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