El mundo actual se mueve a pasos agigantados y cada vez adquiere más complejidad, por ello se vuelve más exigente. Desde los años 80’s se ha observado cambios que han afectado drásticamente la forma de vida; los adelantos tecnológicos ocurren sin ni siquiera anunciarse, la globalización es un fenómeno mundial que está afectando la economía de los países, pues liga la supervivencia de las organizaciones a su capacidad de competir en un mercado abierto. Estos cambios en el entorno obligan a las organizaciones a actualizar su tecnología, replantear sus estrategias de producción, las prácticas de trabajo y la gestión del capital humano.
Este giro en el desarrollo productivo hace obsoleto el concepto de cantidad y da importancia a la calidad; circunstancia que permite a los dirigentes de las empresas tomar conciencia de que el ser humano es su activo principal y que la competitividad se logra con la efectividad de dicho recurso, de sus conocimientos, destrezas, habilidades y actitudes. En consecuencia, se hace necesario hacer una selección efectiva de las personas que van a llevar a cabo los procesos de la empresa; para ello es importante contar con un proceso sistemático y con herramientas e instrumentos que permitan identificar adecuadamente los conocimientos, personalidad, habilidades, necesidades, motivaciones y otras formaciones psicológicas; competencias que van a revelar la orientación y la fuerza de la dirección del comportamiento, impactando directamente en el desempeño de éstos y por tanto en el logro de los objetivos de la organización.
El proceso de selección es una actividad propia del área de gestión humana y tiene como fin determinar el grado de congruencia entre las exigencias de un determinado rol de trabajo y las características de una persona, para establecer su probabilidad de éxito en el mismo y decidir su contratación, su ascenso o recomendar un proceso de desarrollo.