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    Un diplomado con proyección social

    Un diplomado con proyección social

    La Dirección de Proyección Social y el área de Educación Continua vienen desarrollando el Diplomado en competencias para la prevención del consumo de sustancias psicoactivas en el ámbito familiar, educativo y comunitario, con la participación de 210 docentes antioqueños. El inicio tuvo lugar en San Benito, mediante dos talleres presenciales desarrollados los días 26 de febrero y 5 de marzo.

    Durante el ejercicio de cooperación entre la Gobernación de Antioquia, la Escuela Contra la Drogadicción de Antioquia y la Corporación Surgir, a través de la Facultad de Psicología y su Centro de Investigación y Atención a las Adicciones y la Familia – CIAF, el director de la Escuela Contra la Drogadicción, Fabio de Jesús Villa Rodríguez, compartió al cuerpo profesoral de San Benito, el trabajo articulado e investigativo que adelanta la Escuela; además, enfatizó en la importancia de la formación derivada del diplomado.

    Como parte de su intervención mencionó que “son los docentes, la punta de lanza en temas de prevención al consumo de sustancias psicoactivas”.

    Hay Noticia, conversó con el doctor Fabio de Jesús, quien habló de su experiencia dirigiendo la Escuela Contra la Drogadicción de Antioquia, los logros emanados del diplomado, los resultados arrojados hasta el momento y, sobre algunos temas referentes al trabajo articulado con la academia.
     
    Desde la Escuela Contra la Drogadicción de Antioquia, en asocio con la Corporación Surgir y la Universidad de San Buenaventura Medellín ¿cómo cataloga hasta el momento el ejercicio de formación del Diplomado de competencias para la prevención del consumo de sustancias psicoactivas en el ámbito familiar, educativo y comunitario?

    R: En cualquier entorno, ustedes como Universidad, han mantenido unos altos estándares educativos y de convivencia interna; incluyendo en ello, el control, el manejo, el apoyo, la psicoorientación ante el consumo de sustancias psicoactivas dentro de San Benito y el Campus Universitario. Sobre el diplomado en particular, la Escuela se encuentra muy satisfecha; primero, al tenerlos a ustedes como socios y a la Corporación Surgir. Además, de un excelente proceso educativo en profesores, quienes han visto el trabajo efectuado hasta hoy. El nivel de calidad es óptimo: las clases, los talleres.
    Lo segundo es que, la participación de los docentes, la manera en la que nos acogieron, sin incentivos, sin permiso en horas de clases y sin puntajes en el escalafón escolar, demuestra que les interesa, que quieren aprender, tener nuevas herramientas desde el punto de vista pedagógico, académico y científico para enfrentar el tema del consumo de sustancias psicoactivas en las instituciones educativas de Antioquia.

    ¿Ya hay una perspectiva de resultados por realización del diplomado en el ámbito educativo?

    R: El cumplimiento del diplomado indica que tenemos que hacer nuevas tareas, tanto para ellos como docentes en sus establecimientos, como para nosotros como Escuela y, la Gobernación de Antioquia, para fomentar programas más ambiciosos con el sector educativo.

    El diplomado, sin duda, abrió la discusión sobre lo que debemos hacer con la educación, en relación al consumo de sustancias psicoactivas. Entonces, estamos aportándole a la sociedad, no solo en términos de las competencias que le estamos generando a los docentes, sino, por la discusión que hemos abierto ante la necesidad de nuevos programas y proyectos más amplios y ambiciosos para abordar de manera integral el tema.

    La Universidad cuenta con el Centro de Investigación y Atención a las Adicciones y la Familia - CIAF, adscrito a la Facultad de Psicología. Desde su experiencia y casos de éxito, ¿cómo proyectar al entorno social nuestros procesos con la comunidad universitaria?

    R: Hemos tenido una relación directa con el CIAF, investigamos en conjunto durante dos años y las conclusiones han sido muy positivas; hemos podido publicar un libro científico sobre el modelo de los enfoques de atención como parte de la problemática del consumo, sujeto y sustancias en adicciones.
    También hemos suministrado información importante al sector público en materia de atención en Antioquia y se ha logrado desentrañar en la investigación los modelos viejos y modernos, obsoletos o adecuados, para intervenir a los consumidores de sustancias psicoactivas.

    Respecto a los casos de éxito, somos una entidad de investigación y entre las situaciones particulares destaco el trabajo en seis municipios cafeteros de Antioquia: Betania, Betulia, Concordia, Ciudad Bolívar, Andes y Salgar, donde conocimos los problemas del consumo de recolectores y caficultores, ayudándoles a reflexionar y generar imaginarios para salir de la situación.

    Por otra parte, destaco un programa que arrancamos en Yondó y en Barbosa; próximamente, en 18 municipios de Antioquia: siete del occidente, cinco del nordeste, cuatro de Urabá y uno del Área Metropolitana. Estamos trabajando en la caracterización y diagnóstico cualitativo y cuantitativo, encontrando causas y problemas asociados al consumo de sustancias en jóvenes y, especialmente, en niños; nuestro objetivo es la prevención, control, atención y reducción del daño, desde un abordaje integral. Estamos dispuestos a trabajar con el CIAF; más aún, porque hay dos sectores en los que trabajaremos: el universitario y el sector de los niños, como grupo etario.

    ¿Considera que la formación que están recibiendo los 210 docentes del diplomado, podrá influenciar a los estudiantes para ayudar a mitigar el consumo de sustancias psicoactivas desde la edad temprana?

    R: En primer lugar, espero que los influencien a ellos mismos, porque el problema más importante en la educación es el ejemplo. Luego, espero que tengan y aprendan buenas conductas para replicar a los niños, porque los problemas de consumo no involucran solamente las sustancias ilegales.
    Sabemos, sin mediciones, pero con muy buena información secundaria que, hay problemas graves de alcoholismo y tabaquismo en el sector educativo; también, consumo de drogas ilegales, sin medición; segundo, que los niveles de competencia que van a adquirir en el diplomado les va a dar más solvencia, criterio, ecuanimidad y responsabilidad para el tratamiento de las adicciones en menores. Necesitamos conductas realmente responsables con el tratamiento de estos problemas; por fortuna, muchos de los vinculados al diplomado son psicoorientadores y otros tienen proyectos educativos relacionados con programas para disminuir el consumo de sustancias psicoactivas en sus colegios. Solo reciben más herramientas. Ellos entendieron que hay un problema que requiere intervención.

    ¿El consumo de sustancias psicoactivas es la pandemia social? ¿cómo instruimos desde las escuelas y universidades para evitar que se siga expandiendo?

    R: Poder llamar esto pandemia obedece a que todos manejamos el concepto, estamos hablando de algo universal. Según la Organización de las Naciones Unidas-ONU, son 275 mil personas con consumo problemático en el mundo; en Colombia, depende de la sustancia: 60% de la población tiene consumos problemáticos en alcohol, por lo menos un 38% en tabaco y un 12% en otras sustancias ilegales con picos; algunas sustancias como el popper o la marihuana están por encima, hay otras -por fortuna en niveles bajos-, que causan mucho daño, con jeringa o fumada.
     
    En la medida que las personas entiendan que una pandemia tiene que ver con todos, tenemos que abordarlo de manera integral; parecido al manejo dado al Covid-19, con medidas sanitarias, económicas, administrativas, policiales, de convivencia, de cultura ciudadana. La pandemia nos dio la posibilidad de un abordaje integral y en el caso nuestro, de la academia, de la ciencia y de la investigación, nos da una obligación de investigar, es decir, salirnos de las respuestas comunes.

    ¿Y de qué forma se sale de las respuestas comunes respecto al consumo de sustancias?

    R: Hay que fundamentar todo con estudios científicos e investigaciones del problema, dejar de lado las discusiones enfocadas en legalizar o no, como si fuera la panacea; hay tantas sustancias legales haciendo daño y, sustancias ilegales que consumidas de manera ordenada pueden no generar prácticamente ningún daño. Entonces, no es el tema de ser legal o ilegal; esas son respuestas fáciles.

    Desde la academia hay que dar respuestas complejas, por ejemplo, el nivel de daño de cada sustancia, el daño en cada sector. No es lo mismo una sustancia en menores de 12 a 13 años cuyo organismo no está desarrollado plenamente, a una persona adulta de 40 a 45 años con la misma sustancia y dosis. No es lo mismo que una mujer embarazada o lactante consuma heroína u otra sustancia, a cualquier mujer o persona; no es lo mismo un consumidor con condiciones cognitivas normales, a uno con trastorno mental. Entonces se hace necesario estudiar de fondo, porque algunos llegan en condiciones graves con patología dual, donde tienen trastorno mental, además de consumo adictivo.
    Lo segundo, es ayudar a hacer políticas públicas, acciones y programas preventivos en todos los niveles del problema. Además, la academia tiene una responsabilidad interna: garantizar que su espacio sea por naturaleza, un entorno protector, es decir que dentro de la escuela, colegio o universidad, las personas estén plenamente informadas, sean conscientes, tomen decisiones responsables sobre lo que hacen con las sustancias, pero, a su vez, involucre a directivos, administrativos, docentes; que se viva en el ejemplo, que haya tratamiento y personas con responsabilidades para hacer tratamientos de recuperación en relación de consumos problemáticos de cualquier sustancia. Es un tema tan complejo que solo se puede intervenir basándose en la evidencia, la investigación, la ciencia; nuestra tarea es decirle a la sociedad y a las instituciones cómo abordarlas.

    ¿Qué planes, acciones o campañas considera que deben tratarse desde la académica para aportar a la sociedad antiqueña en la mitigación de los temas relacionados con la atención de las adicciones?

    R: Básicamente, construir desde el espacio académico insumos para la política pública, convertir a la academia en una productora, una industria de conocimiento sobre este tema; también, desde el sector educativo formal, de entornos familiares y vecinales, trabajar con planes y programas para la sensibilización, pedagogía y conocimiento del fenómeno. Se pueden materializar acciones colectivas de tipo social para que, por ejemplo, un jíbaro no esté en los entornos y además que, toda la población maneje los conceptos de las sustancias psicoactivas, para construir la Ciudad Escuela.

    Fuente: Boletín Hay Noticia
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